El Rey Lear

ESCENA II

Otro punto del bosque. Crece la tempestad

Entran LEAR y el BUFÓN.

LEAR.—Brama y desencadénate ¡Oh viento! desplegando todo tu furor. Huracanes, cataratas y tempestades, derramad vuestros torrentes sobre la tierra: sepultad bajo las aguas la cima de nuestras torres y de nuestros campanarios: fuegos sulfurosos, ejecutores del pensamiento, embajadores del rayo que estalla y rompe las encinas, abrasad mis canas: horrísono trueno que todo lo conmueves, aplasta el globo del mundo, destroza todos los mundos de la naturaleza, y extermina los gérmenes todos que producen el hombre ingrato.

EL BUFÓN.—Óyeme, tío: más vale, en casa, agua bendita, que agua del cielo en mitad del llano. Ve a implorar la compasión de tus hijas: noche como ésta no se apiada del loco, ni del cuerdo.



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