GERTRUDIS.— Yo te ruego, Hamlet, que no vayas a Witemberga; quédate con nosotros. No sean vanas las súplicas de tu madre.
HAMLET.— Obedeceros en todo será siempre mi primer conato.
CLAUDIO.— Por esa afectuosa y plausible respuesta quiero que seas otro yo en el imperio danés. Venid, señora. La sincera y fiel condescendencia de Hamlet ha llenado de alegrÃa mi corazón. En aplauso de este acontecimiento, no celebrará hoy Dinamarca festivos brindis sin que lo anuncie a las nubes el cañón robusto, y el cielo retumbe muchas veces a las aclamaciones del rey repitiendo el trueno de la tierra. Venid.
Hamlet solo.