Hamlet, Horacio, Bernardo y Marcelo.
HORACIO.— Buenos dÃas, señor.
HAMLET.— Me alegro de verte bueno… ¿Es Horacio? O me he olvidado de mà propio.
HORACIO.— El mismo soy, y siempre vuestro humilde criado.
HAMLET.— Mi buen amigo, yo quiero trocar contigo ese tÃtulo que te das. ¿A qué has venido de Witemberga? ¡Ah! ¡Marcelo!
MARCELO.— Señor.
HAMLET.— Mucho me alegro de verte con salud también. Pero, la verdad, ¿a qué has venido de Witemberga?
HORACIO.— Señor…, deseos de holgarme.
HAMLET.— No quisiera oÃr de boca de tu enemigo otro tanto, ni podrás forzar mis oÃdos a que admitan una disculpa que te ofende. Yo sé que no eres desaplicado. Pero, dime, ¿qué asuntos tienes en Elsingor? Aquà te enseñaremos a ser gran bebedor antes que te vuelvas.
HORACIO.— He venido a ver los funerales de vuestro padre.
HAMLET.— No se burle de mÃ, por Dios, señor condiscÃpulo. Yo creo que habrás venido a las bodas de mi madre.