La fierecilla domada

Pisa, afamada a causa de la seriedad de sus ciudadanos, me vio nacer. Y antes que a mí, a mi padre, de la raza de los Bentivolii, Vincentio, gran comerciante cuyos negocios se extienden por el mundo. El hijo de Vincentio, educado en Florencia, debe ahora, con objeto de responder a todas las esperanzas que en él han sido puestas, añadir a sus riquezas el adorno de sus acciones virtuosas. He aquí por qué, Tranio, al mismo tiempo que estudio voy a tratar de practicar la virtud, aplicándome especialmente a esa parte de la filosofía que trata, en particular, de la dicha que se puede conseguir mediante la virtud… Dame, pues, tu opinión sobre este propósito, pues he dejado Pisa y he venido a Padua como aquel que se aparta de un estanque poco profundo para zambullirse en un gran río con el propósito de apagar en él su sed.

TRANIO:







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