Sueño de una noche de verano

BOTTOM.—No. Añadidle dos más y que se escriba en versos de ocho y ocho.

SNOWT.—¿Y las señoras no tendrán miedo al león?

STARVELING.—Mucho lo temo, a fe mía.

BOTTOM.—Maestros, debéis reflexionar en vuestra conciencia que traer, ¡Dios nos asista!, un león entre las señoras es la cosa más terrible, porque no hay entre las aves de rapiña ninguna más temible que un león vivo, y es necesario en esto andarse con mucho cuidado.

SNOWT.—Por lo mismo se necesita otro prólogo que diga que él no es un león.

BOTTOM.—No basta. Es necesario que digáis su nombre, y que se le vea la mitad de la cara por entre la máscara de león. Y él mismo debe hablar dentro de ella diciendo esto, o cosa parecida: «Señoras, oh hermosas señoras: os pido, quisiera o desearía o suplicaría que no tuvieseis susto ni temblaseis; respondo de vuestra vida con la mía. Si os figuráis que vengo aquí como un león verdadero, mi vida no valdrá un ardite. No, no soy tal cosa, sino hombre como otros». Y en tal coyuntura que diga su nombre y les haga saber que es Snug el ensamblador.

QUINCIO.—Bien; se hará así. Pero hay dos cosas muy difíciles, a saber: traer la luz de la luna a una habitación; porque debéis saber que Píramo y Tisbe se encuentran a la luz de la luna.

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