BOTTOM.—Cuando llegue mi turno, despertadme y yo responderé. Lo que sigue es: «HermosÃsimo PÃramo». ¡Ea! ¡Oh! ¡Pedro Quincio! ¡Flauto, el estañador! ¡Snowt, el calderero! ¡Starveling! ¡Dios de mi vida! ¡Se han escurrido de aquà y me han dejado dormido! ¡Qué visión más extraña la mÃa! ¡He tenido un sueño que ni el hombre más hábil podrÃa narrarlo! ¡Si lo intentara, serÃa un asno! Me pareció que yo era…, me pareció que tenÃa…, pero un hombre serÃa un imbécil incurable si pudiera decir lo que me pareció que tenÃa[19]. El ojo humano no ha oÃdo nunca, ni su oÃdo ha visto, ni su mano ha gustado, o su lengua concebido y su corazón repetido lo que era mi sueño. He de hacer que Pedro Quincio escriba una balada sobre él y se titulará El sueño de Bottom, porque no tendrá asiento[20]. Yo la cantaré en la última parte de la representación delante del duque; y para que caiga en más gracia, he de entonarla al final de la pieza, con la muerte de Tisbe.
(Sale BOTTOM).