Heidi

Esta noticia alegró mucho a Clara y en seguida se puso a contar a su pequeña compañera tantas cosas acerca de la señora Sesemann, que desde aquella misma tarde, Heidi comenzó a hablar también de la llegada de la «abuelita». La señora Rottenmeier, que la oyó, le echó una mirada severa. Heidi no hizo caso, ya que se había acostumbrado a esta permanente muestra de desaprobación por parte del ama de casa.

Más tarde, cuando iba a acostarse, la señorita Rottenmeier la hizo entrar en su habitación y le dijo que ella no había de llamar jamás «abuelita» a la señora Sesemann, sino únicamente «señora».

—¿Has comprendido bien? —le dijo a Heidi, que la miraba un poco sorprendida.

La señorita Rottenmeier le devolvió una mirada que no admitía ninguna réplica por lo que Heidi no dijo nada más y se fue a su habitación.




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