Heidi

De los tres, no habría podido decirse cuál era el más feliz, ya fuera porque nuevamente estaban juntos, ya por los acontecimientos maravillosos que se habían desarrollado. Pero el rostro de Brígida expresaba, si cabe, una alegría mayor aún, pues, con la ayuda de Heidi, había logrado desembrollar la historia de los diez céntimos perpetuos.

Sin embargo, la abuela puso fin a la conversación diciendo:

—Heidi, léeme uno de esos cantos de acción de gracias. Me parece que no debía hacer otra cosa que alabar y bendecir a Dios por el bien que nos ha hecho.

FIN








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