Al día siguiente Nejliúdov se dirigió al Tribunal Supremo, donde se iba a revisar la causa de Máslova. El abogado se encontró con él en la entrada del grandioso edificio, donde ya estaban unos cuantos coches. Al subir por una magnífica y suntuosa escalera al segundo piso, el abogado, que conocía todo aquello, se dirigió hacia la puerta de la izquierda en la que estaba grabado el año en que se había establecido el Código de Justicia.
Después de quitarse el abrigo en la larga antesala y de informarse por el ujier de que todos los magistrados se habían reunido y de que el último acababa de pasar, Fanarin, vestido de frac y corbata blanca sobre la blanca pechera, con aire alegre y seguro entró en la habitación contigua. Allí, a la derecha, había un gran armario, luego una mesa; a la izquierda, una escalera de caracol por la que bajaba en aquel momento un elegante funcionario con uniforme y una cartera bajo el brazo. En la habitación, llamaba particularmente la atención un viejo de aspecto patriarcal, con el cabello blanco y largo, con chaqueta y pantalón gris, junto al que se encontraban dos empleados que le mostraban gran respeto.