Las aventuras de Tom Sawyer

—No; ¿quién es Robin Hood?

—Pues era uno de los más grandes hombres que hubo en Inglaterra… y el mejor. Era un bandido.

—¡Qué gusto! ¡Ojalá lo fuera yo! ¿A quién robaba?

—Únicamente a los sheriff y obispos y a los ricos y reyes y gente así. Nunca se metía con los pobres. Los quería mucho. Siempre iba a partes iguales con ellos, hasta el último centavo.

—Bueno, pues debía de ser un hombre con toda la barba.

—Ya lo creo. Era la persona más noble que ha habido nunca. Podía a todos los hombres de Inglaterra con una mano atada atrás; y cogía su arco de tejo y atravesaba una moneda de diez centavos, sin marrar una vez, a milla y media de distancia.

—¿Qué es un arco de tejo?

—No lo sé. Es una especie de arco, por supuesto. Y si daba a la moneda nada más que en el borde, se tiraba al suelo y lloraba, echando maldiciones. Jugaremos a Robin Hood; es muy divertido. Yo te enseñaré.

—Conforme.

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