—En medio de la resaca. —Briant y Doniphan. —Observación de la costa. —Preparativos de salvación. —Disputa por la canoa. —Desde lo alto de palo de mesana. —Valerosa tentativa de Briant. —Efectos del reflejo.
Libre ya de nieblas el espacio, la mirada podÃase extender sin dificultad por un vasto radio en derredor del schooner. Las nubes corrÃan siempre con extremada rapidez, y la borrasca no perdÃa nada de su furia; su misma violencia hacÃa esperar que acabase pronto, y que una calma bienhechora tranquilizase algún tanto a esos pobres niños que, apretándose unos con otros, debÃan creerse perdidos sin remedio cuando alguna gigantesca ola caÃa encima del puente, cubriéndolos de espuma. Los choques eran bastante rudos; el schooner, que no podÃa evitarlos, se estremecÃa hasta la quilla, pero no habÃa, sin embargo, recibido gran daño al penetrar entre las rocas. Briant y Gordon bajaron a los camarotes, y asegurándose de que el buque no hacÃa agua por ninguna parte, tranquilizaron en cuanto les fue posible a sus compañeros, y sobre todo a los pequeños, diciéndoles:
—¡No tengáis miedo!… ¡El yate es muy sólido!… ¡La costa no está lejos!… Esperemos y procuremos llegar a la playa.
—¿Y por qué esperar? —preguntó Doniphan.