En cuanto a retrasar su salida una vez listo para hacerse a la mar no había ni que soñarlo. Si algún barco pasaba a corta distancia del cabo San Juan, él le haría señales, y si fuera preciso, se arrojaría al agua para llegar a bordo nadando. Luego pondría al capitán al corriente de la situación, y si el barco tenía una tripulación bastante numerosa, tal vez se decidiese a apoderarse de la goleta.
Si los malhechores huían hacia él interior de la isla, abandonarla sería imposible pana ellos, y, al regreso ¿el Santa Fe, él comandante Lafayate sabría apoderarse de aquellos bandidos y destruirlos hasta que no quedase uno. Pero aparecería algún barco por las proximidades del cabo San Juan?... Y, caso que así sucediera, ¿vería las señales que le hiciesen desde la costa?... Respecto a su seguridad personal, aunque Kongre sabía la existencia de un tercer torrero. Vázquez no se preocupaba, convencido que sabría sustraerse a las pesquisas. Lo esencial era saber si podría asegurar su manutención hasta la llegada del “aviso”, y se dirigió sin pérdida de tiempo a la caverna.