Las Indias Negras

Si bien en sus primeros años el pico no abandonó jamás sus manos, el muchacho adquirió pronto los conocimientos suficientes como para aumentar de categoría en la hullera, y con toda seguridad hubiera sucedido a su padre en calidad de capataz, de no haberse abandonado la mina.

James Starr era un buen caminante, pero no hubiese seguido fácilmente a su guía, de no haber moderado éste el paso. La lluvia caía con menos violencia. Las grandes gotas se pulverizaban al chocar contra el suelo. Pronto fueron tan sólo golpes de agua que atravesaban el aire impulsadas por la fuerza del viento. Harry Ford y James Starr - llevando el joven la maleta del ingeniero - siguieron la ribera izquierda del río durante casi dos kilómetros. Luego tomaron un camino que se introducía en los campos, bordeado por grandes árboles. 







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