Los Hijos del Capitán Grant en la América del Sur

Á partir de allí el estrecho se angostaba entre la península de Brunswick* y la isla Desolación*; que se extiende entre mil islotes como un cetáceo encallado entre guijarros. ¡Qué diferente esta desmesurada extremidad de América de los puntos bien determinados de África, Australia o la India!

Se sucedieron una serie de costas desnudas y de aspecto salvaje cortadas por mil canales que formaban un laberinto por el que el Duncan marchaba sin vacilar; pasó frente a algunas factorías españolas, rodeó las islas de Harborough y, treinta y seis horas después de haber entrado en el estrecho, apareció frente a él el mar inmenso y libre que Santiago Paganel saludó con entusiasmo, no menos conmovido que el mismo Magallanes en el momento en que la Trinidad se inclinó bajo los vientos del océano Pacífico.

CAPITULO 10

EL PARALELO 37

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