Viaje al centro de la tierra

A esta exuberante vegetación debe su origen la hulla. La corteza aún elástica del globo obedecía a los movimientos de la masa líquida que le cubría, produciéndose numerosas hendeduras y grietas; y las plantas, arrastradas debajo de las aguas, formaron poco a poco masas considerables.

Entonces intervino la acción de la química natural en el fondo de los mares, las acumulaciones vegetales se convirtieron primero en turba; después, gracias a la influencia de los gases y el calor de la fermentación, se mineralizaron por completo.

De este modo se formaron esas inmensas capas de carbón que el consumo de todos los pueblos de la tierra no logrará agotar en muchos siglos.

Estas reflexiones asaltaban mi mente mientras consideraba las riquezas hulleras acumuladas en esta porción del macizo terrestre, las cuales, probablemente, no serían jamás descubiertas. La explotación de estas minas tan distantes exigiría sacrificios demasiado considerables.

Por otra parte, ¿qué necesidad había de ello, toda vez que la hulla se halla repartida, por decirlo así, por toda la superficie de la tierra, en un gran número de regiones? Era, pues, de suponer que al sonar la última hora del mundo se hallasen aquellos yacimientos carboníferos intactos y tal cual los contemplaba yo entonces.

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