Leer online Contra el fanatismo religioso

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Post scríptum

Mientras trabajábamos en esta obra, con el único objetivo de hacer a los hombres más compasivos y más dulces, otro hombre escribía con un objetivo totalmente contrario, pues cada cual tiene su opinión. Ese hombre hacía imprimir un pequeño código de persecución titulado Acuerdo de la religión y de la humanidad (es una falta del impresor, léase «de la inhumanidad»).

El autor de ese santo libelo se apoya en san Agustín, quien, tras haber predicado la dulzura, finalmente predicó la persecución, habida cuenta de que entonces era el más fuerte, y que cambiaba a menudo de opinión. También cita al obispo de Meaux, Bossuet, que persiguió al célebre Fénelon, arzobispo de Cambrai, culpable de haber impreso que Dios bien vale la pena de que se le ame por sí mismo.

Bossuet era elocuente, lo confieso; el obispo de Hipona, a veces inconsecuente, era más diserto de lo que lo son los demás africanos, también lo admito; pero me tomaré la libertad de decirles, con Armande, en Las mujeres sabias: «Cuando a una persona pretendamos tomar como modelo / es a sus lados buenos a los que hay que parecerse».

Yo le diría al obispo de Hipona: «Monseñor, habéis cambiado de parecer, permitidme que me atenga a vuestra primera opinión; la verdad es que me parece mejor».

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