En materia de religión es una impiedad privar de libertad a los hombres, impedirles que elijan una divinidad; ningún hombre, ni ningún dios, querrían un culto forzado. (Apologética, cap. 24).
Si se utilizara la violencia para la defensa de la fe, los obispos se opondrían a ello. (San Hilario, libro I).
La religión forzada ya no es religión; hay que persuadir y no obligar. La religión no se ordena. (Lactancio, libro III).
Es una herejía execrable querer ganarse por la fuerza, por los golpes, por los encarcelamientos, a aquellos a los que no se ha podido convencer por la razón. (San Atanasio, libro I).
Nada hay más contrario a la religión que la obligación. (San Justino, mártir, libro IV).
¿Perseguiremos nosotros lo que Dios tolera?, dice san Agustín, antes de que su disputa con los donatistas lo volviese demasiado severo.
No se haga violencia alguna contra los judíos. (Cuarto Concilio de Toledo, canon 56).
Aconsejad, y no forcéis. (Cartas de san Bernardo).
No pretendemos destruir los errores mediante la violencia. (Discurso del clero de Francia a Luis XIII).