La máquina del tiempo

12 - En las tinieblas

Salimos del palacio cuando el Sol estaba aún en parte sobre el horizonte. Había yo decidido llegar a la Esfinge Blanca a la mañana siguiente muy temprano y tenía el propósito de atravesar antes de anochecer el bosque que me había detenido en mi anterior trayecto. Mi plan era ir lo más lejos posible aquella noche, y, luego, hacer un fuego y dormir bajo la protección de su resplandor. De acuerdo con esto, mientras caminábamos recogí cuantas ramas y hierbas secas vi, y pronto tuve los brazos repletos de tales elementos. Así cargado, avanzábamos más lentamente de lo que había previsto —y además Weena estaba rendida y yo empezaba también a tener sueño— de modo que era noche cerrada cuando llegamos al bosque. Weena hubiera querido detenerse en un altozano con arbustos que había en su lindero, temiendo que la obscuridad se nos anticipase; pero una singular sensación de calamidad inminente, que hubiera debido realmente servirme de advertencia, me impulsó hacia adelante. Había estado sin dormir durante dos días y una noche y me sentía febril e irritable. Sentía que el sueño me invadía, y que con él vendrían los Morlocks.



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