Y asà he vuelto. Debà permanecer largo tiempo insensible sobre la máquina. La sucesión intermitente de los dÃas y las noches se reanudó, el Sol salió dorado de nuevo, el cielo volvió a ser azul. Respiré con mayor facilidad. Los contornos fluctuantes de la Tierra fluyeron y refluyeron. Las agujas giraron hacia atrás sobre los cuadrantes. Al final vi otra vez vagas sombras de casas, los testimonios de la Humanidad decadente. Estas también cambiaron y pasaron; aparecieron otras. Luego, cuando el cuadrante del millón estuvo a cero, aminoré la velocidad. Empecé a reconocer nuestra mezquina y familiar arquitectura, la aguja de los millares volvió rápidamente a su punto de partida, la noche y el dÃa alternaban cada vez más despacio. Luego los viejos muros del laboratorio me rodearon. Muy suavemente, ahora, fui parando el mecanismo.