GILBERT: Y su recompensa. Pero, mira, ya está amaneciendo. Descorre las cortinas y abre las ventanas. ¡Qué fresco es el aire de la mañana! Piccadilly está a nuestros pies como una larga cinta plateada. Una leve neblina purpúrea flota sobre el parque y las sombras de las casas blancas son de color púrpura. Es demasiado tarde para irse a dormir. Vayamos a Covent Garden a ver las rosas. ¡Vamos! Estoy cansado de pensar.
La principal ventaja que tendría la implantación del socialismo sería, sin duda, eximirnos de la sórdida necesidad de vivir para los demás, algo que, en la situación actual, agobia a casi todo el mundo. De hecho, apenas hay quien se libre de ella.