Reseña de El día que llegaron los Kherles
Qué quieren de él? A la pregunta formulada por el viejo siguió un silencio tenso. La mujer que permanecía de pie junto a la ventana giró ligeramente la cabeza, miró a su interlocutor y le respondió: ?Tengo órdenes de encontrarle. Sé que usted puede darme una pista. ? ¿Por qué yo? ?El viejo se encogió de hombros?. Hace años que no tengo noticias de John. Ella estuvo a punto de decide que mentía, pero volvió a esbozar una sonrisa apaciguadora. Aquel holandés, lo sabía, era terco y desconfiado, y sin embargo estaba convencida de que acabaría haciéndole hablar. ?Le envió dinero ?dijo suavemente?. Lo hemos comprobado. Fue cuando usted salió del hospital y no tenía un centavo. De eso hace apenas tres semanas, ?Dígale a su jefe que se vaya al infierno. ? ¿A qué jefe? ?Oh, vamos. Sabe a quién me refiero, a ése que está ahora al frente de la agencia. No hace falta que me muestre sus credenciales para que sepa quién es usted. Vaya, parece ser que ahora las eligen muy atractivas.