En el extremo más oriental de la isla cubana, frente al canal que la separa de La Hispaniola, la punta Maisà penetra en el mar como larga lanza. Era tierra que el dominio español desdeñó, por ser árida y azotada por todos los vientos, y ser mar revuelto por el continuo tránsito de naves corsarias.Con frecuencia llegaban a la punta MaisÃ, individuos de hosco aspecto, náufragos, desertores y huidos, con los que confraternizaban los escasos negros que allà vivÃan miserablemente, en chozas construidas con cañas y recias hojas.Uno de estos «bohÃos», daba albergue a los que, procedentes de muy distintos lugares, iban allà a otear el paso de pinazas, queches y otras embarcaciones de poco calado, y con señales demostraban su deseo de hacerse enrolar.