Estaba redactando unos informes, para poner punto final a la jornada de trabajo, cuando creyó oÃr un ligero ruidito en la sala contigua a su despacho. VÃctor Ferguson alzó la cabeza. ¿Era ilusión suya aquel ruido o un reflejo de los que le llegaban de la calle? Su oficina era pequeña: un despacho, una sala de espera y los servicios de aseo correspondientes. Por el momento, Ferguson no podÃa aspirar a más. Era joven, sin embargo. Acababa de cumplir los veintiocho años, tenÃa una salud a prueba de bombas y un optimismo inmoderado. Para VÃctor Ferguson eran condiciones, inteligencia aparte, no escasa por cierto, más que suficientes para triunfar en la vida. Sólo faltaba una oportunidad. Un dÃa la encomiarÃa y?