El lujoso «Rolls-Royce» recorrió a marcha moderada la calleMayor de Battersyde y acabó deteniéndose ante la puerta de un edificio, cuyo rótulopregonaba el nombre y la profesión de su ocupante. Un gigantesco chófer decolor, uniformado correctamente, saltó del automóvil y corrió a abrir laportezuela, de la que se apeó una elegante dama. La recién llegada hizo caso omiso de la estupefacción de losociosos que estaban en el porche de la cantina frontera. A pesar de que nohacÃa frÃo, se cubrÃa con un lujoso abrigo de pieles y cubrÃa su doradacabellera con un casquete de corte un tanto anticuado, pero que, precisamentepor lo mismo, parecÃa mucho más elegante.