Los restos del carro humeaban sin ruido en la llanura. En tomo al mismo se veÃan, los cadáveres de dos hombres y cuatro mulas, acribillados a flechazos. HabÃa otro carro a treinta pasos de distancia del primero, cuyos animales habÃan podido ser salvados. El vehÃculo estaba intacto. Reinaba un silencio total en la herbosa llanura. Los ojos de los hombres tendidos en la cima del pequeño montÃculo escrutaban ansiosamente el panorama. ?¿Cuándo vendrán? ?preguntó uno de ellos, muy nervioso. Slim Gooner se encogió de hombros.