La vio en la playa y estaba vestida, pero completamente inmóvil, lo que en un principio le hizo suponer que estaba contemplando un cadáver. Al aproximarse vio los movimientos regulares de ascenso y descenso de su pecho. Respiraba, luego estaba con vida. Pero tenÃa los ojos cerrados y los brazos a lo largo del costado. A Mel Griffith le pareció una incongruencia que una mujer joven y bonita, como podÃa apreciarse a la primera ojeada, estuviera en la playa, en un dÃa de tanto calor, no sólo vestida por completo, incluidas medias y zapatos, sino que el color de su indumentaria fuese el negro. «Luto riguroso», pensó. Pero cada cual, en este mundo, podÃa hacer lo que quisiera, sin dañar a los demás, se dijo. De modo que, comprendiendo que podÃa molestar a la hermosa desconocida, dio media vuelta y se dispuso a retirarse. Llevaba una toalla en la mano y una bolsita en la otra, con el tabaco y las cerillas. TomarÃa el sol un rato, se darÃa luego un baño y?