Los hombres avanzaban despacio, fusil al brazo, por el centro de la calle, vigilando atentamente las casas entre las que se movÃan.HabÃa un silencio absoluto, total. La calle aparecÃa desierta y sólo se veÃan papeles viejos, cascotes y algunos vehÃculos abandonados o convertidos en chatarra.En algunos puntos de la ciudad, se elevaban columnas de humo de los incendios. En más de una vivienda, las mujeres lloraban en silencio, mientras los hombres se mordÃan los puños de impotencia.Los soldados eran hombres de buena presencia fÃsica y vestÃan uniforme de color azulado claro, con unas extrañas inscripciones en la parte superior de los brazos, junto a los hombros. Llevaban un gran casco semiesférico con visera blindada transparente y abatible en caso de necesidad.