El atraco les ha salido perfecto a los forajidos. Doscientos mil pavos de botÃn y ni un fallo. La operación ha resultado óptima. Aunque, sÃ, han tenido un pequeño fallo. Pero no tiene demasiada importancia. A fin de cuentas, el muerto no pertenece a la banda que asaltó el Banco. Se trata de un infeliz que pasaba en aquel momento, un transeúnte de los muchos que circulaban por las inmediaciones del lugar donde se ha producido el suceso. Bah, para ellos, menos que nadie. Los atracadores salÃan ya con su botÃn, sin que se hubiese producido la menor alteración, ni una voz más alta que otra, ni un solo disparo. Entonces fue cuando pasaba aquel pobre hombre. Debió ver algún conocido, porque levantó la mano, para llamar su atención. Los atracadores han creÃdo que se trataba de un policÃa que hacÃa señas a algún compañero apostado en las inmediaciones. Entonces, uno de ellos le ha metido cuatro balas en el cuerpo, asà como suena. El pobre hombre ha caÃdo sin decir ni pÃo, sin saber siquiera lo que ocurrÃa.