EL hombre hablaba con voz monótona, suave, como si recitase una lección de memoria muy bien aprendida. Era de mediana estatura, fornido, de tez un tanto amarillenta y ojos ligeramente oblicuos. Aparentaba cincuenta años aunque se le veÃa todavÃa tremendamente fuerte y en la plenitud de su vida. Su cráneo estaba cuidadosamente rasurado y parecÃa una caja cuadrada, a la cual se hubiesen redondeado las aristas.Era Tzendor, jefe supremo del Contraespionaje de la Liga de Sistemas Principales.Frente a él habÃa un hombre joven y bien parecido, cuyo bigotito negro le daba un cierto aire de galán de la pantalla. Se llamaba Myl Fore, y era uno de los mejores agentes del departamento que dirigÃa Tzendor. Tzendor continuaba recitando:?Cuando la Tierra perdió su primera y, hasta ahora, única guerra galáctica, se replegó en sà misma y en los planetas que componen su sistema solar. Se habÃan creÃdo los amos y señores de la Galaxia, o cuando menos, de esta porción importante en que vivimos nosotros, y su despertar no fue nada agradable.