«Casi de repente, entrevió unas luces delante del automóvil.Presintió que habÃa llegado a su destino. Instantes después, el coche se detenÃa ante una portalada, alumbrada por dos grandes faroles, suspendidos de sendos brazos de hierro artÃsticamente forjado.La lluvia seguÃa cayendo a raudales.De repente, una serie de relámpagos iluminaron la noche con sus lÃvidos resplandores.Los relámpagos disiparon la oscuridad. En unas brevÃsimas fracciones de segundo, Gratbans pudo divisar una forma monstruosa, de proporciones apocalÃpticas, una especie de gigante de increÃbles dimensiones, suspendido sobre el castillo, oscuro, amenazador, como dispuesto a arrojarse en cualquier momento sobre la estructura de piedra, para devorarla en cuatro bocados con sus fauces de Gargantúa».