Con las manos de finos dedos, rematadas en unas uñas de color rojo oscuro, se dio los últimos toques al pelo. Luego, encima de las brevÃsimas prendas de sutiles encajes negros, se puso un peinador hecho de infinidad de velos escarlata. Los tacones eran altÃsimos, lo que aumentaba todavÃa más la estatura de la hermosa mujer. Casi en aquel momento, sonó el timbre de la puerta. Ella se dio los últimos toques de perfume detrás de las orejas y, taconeando indolentemente, se dirigió hacia la entrada.