La joven caminaba con pasos largos y fáciles, recta la espalda y levantada la barbilla. Era alta, delgada, de silueta perfecta y cabello intensamente negro. VestÃa un traje bastante ajustado y la falda llevaba en el lado izquierdo una abertura, que le permitÃa más facilidad de movimientos en las piernas que habrÃan dado envidia a una «prima ballerina». Pendiente del hombro llevaba un bolso, suspendido por una correa y en todo momento ofrecÃa una rara sensación de firmeza y seguridad en sà misma. Los pasos de la joven resonaban rÃtmicos en el silencio de la noche. Inesperadamente, un hombre surgió de las tinieblas de un callejón cercano y, arrojándose sobre la joven, la empujó hacia la pared. Ella vaciló, sorprendida. Él consiguió arrastrarla hasta el interior del callejón. Entonces, la aplastó de nuevo contra la pared y apoyó la punta de una navaja en su cuello de cisne.