Fred Dawn era un hombre campanudo, de esos de rompe y rasga, seguros de conseguir en la vida cuanto se proponÃan, puesto que nada le fue negado en su existencia. Siendo un muchacho de quince años, su padre, escocés de origen, le puso la maleta en la puerta y le dijo estas palabras: «Tienes dos caminos a recorrer, Fred. O morirte de hambre en una pelada comarca, o salir por el mundo a hacer fortuna. Considero que morirte de hambre aquà conmigo y tus hermanos, es una estupidez habiendo un mundo en el cual explorar. Elige».