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Reseña de Eres mi mujer y me dejaste

ERES tú, Susan? Se oyó un suave taconeo.
?Susan, ¿eres tú?
?Claro ?dijo Susan entrando y dejando la puerta abierta. ?Oh, no, no ?chilló Mildred sacudiendo la cabeza? No dejes la puerta abierta, Susan. Siempre me da la sensación de que tienes montones de calorías. Yo, por el contrario, estoy muerta de frío, o tal vez tengan la culpa las mil rendijas del teatro, por las que entra todo el frío de la calle. Por eso cuando llego a casa, tardo más de una hora en poner la calefacción a punto. Y acabo de llegar ¿Dónde diablos te metiste todo el día?
Antes de responder, Susan cerró la puerta. Buscó el radiador y lo palpó sin quitarse los guantes. ?Está empezando a calentar.
?¿Dónde te has metido? ?volvió a preguntar Mildred? Acabo de llegar del teatro y me encuentro con el apartamento helado ¿Es que no estuviste en casa toda la tarde?

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