Patty entró en la sala de fiestas mirando aquà y allÃ. No lo hacÃa con curiosidad ni siquiera con miedo. No sabÃa lo que buscaba, pero al final seguro que lo averiguarÃa. No tenÃa prisa ni nadie la buscaba, ni sabÃa lo que buscaba ella misma. Su aspecto no era precisamente el de la joven que entra en aquel lugar a divertirse, ni sus ropas concordaban con el atuendo clásico de una habituada al medio. Con sus pantalones de pana malva, estrechÃsimos y rematados en botines cortos de color granate y algo flojos en las caderas con los bolsillos ladeados y una camisa abierta exageradamente, de manga larga, pero arremangada hasta el codo, los negros cabellos sueltos y los verdosos ojos mirando aquà y allÃ. Patty se deslizó entre los asistentes