ERA mala cosa quedarse sin trabajo. Y era peor aún, que eso hubiera sucedido precisamente allÃ. En aquel lugar. Pero habÃa sucedido. No valÃa pensar en otra cosa, porque hubiera sido inútil. Él era a veces un soñador. Pero no con el bolsillo vacÃo, y el estómago más vacÃo aún. Entonces, se convertÃa en un hombre terriblemente práctico, aunque eso no sirviera de mucho. Contempló la vacÃa taza de té con leche. Ni siquiera podÃa pedir otra. No podÃa permitirse ciertos lujos. Y lo malo es que no habÃa logrado calmar el cosquilleo del hambre, sino darle sólo un poco de calor al estómago, ahora, incluso, sentÃa más apetito. Soñaba con un buen filete, con un puré de patatas, con unos simples huevos fritos con bacon, aunque habitualmente era un buen gourmet. Lo que ocurrÃa es que no se podÃa pretender ser buen gourmet con media libra escasa en el bolsillo. Y con la necesidad imperiosa de abandonar aquella ciudad lo antes posible, y regresar a Londres, a la espera de un nuevo contrato más sólido y duradero.