Luego, unos recipientes de plata, fueron depósito de palpitantes, rojos, estremecidos órganos humanos, que cuidadosamente, el bisturà iba cortando, seccionando sutilmente, sin un desgarro ni un error, con la frÃa eficiencia de los profesionales de la Medicina.Corazones humanos, hÃgados, riñones, órganos genitales femeninos. Todo un perfecto, frÃo, concienzudo vaciado de vÃsceras y órganos de aquellos flacos, largos, estirados cuerpos exangües, cuyo color era ahora céreo, amarillento, y su acartonamiento más acentuado, a medida que el rigor de la muerte iba manifestándose en sus infortunados y tristes residuos humanos.