Yo sé que han vencido. Nadie más lo sabe. Nadie más lo sospecha. Eso es lo peor de todo. Que no puedo convencer a nadie. Que ni un solo ser humano podrÃa creerme. Porque ellos no existen. Para ninguna persona en su sano juicio existirÃan. Pero están. Son. Yo lo sé. Y nadie más. Dios, ¿cómo convencer a cualquier otro de la tremenda realidad de lo irreal? Todo está perdido ya. Es demasiado tarde para cualquier cosa. Tal vez al principio hubiera sido posible. Tal vez. No lo sé. No lo sabré nunca