Abdullah Hakim nunca habÃa sido un fanático. Era un hombre, por el contrario, totalmente equilibrado, sensato y nada extremista. Cierto que trabajaba en pro del reconocimiento palestino por el Gobierno de Israel, porque ésa era no solamente su obligación como polÃtico árabe, sino también su propia y personal convicción como miembro de una raza que él consideraba sojuzgada y oprimida. Pero sus medios combativos jamás habÃan pasado de demandas ante las Naciones Unidas, requerimientos legales y procedimientos jurÃdicos ante Tel-Aviv, buscando una entente cordial en los territorios ocupados y una posible paz futura en la zona más conflictiva del mundo.