Como cada dÃa, Muriel Gilman dejaba a su padre en la mesa deldesayuno mientras ella se iba a la cocina a terminar de cocinar las salchichasy los huevos. Pero un dÃa, al regresar con la comida, se llevó una sorpresa, supadre habÃa desaparecido misteriosamente. Era como si se hubiera volatizado enel aire. Buscó por la casa desde el sótano hasta el ático. Luego al llegar altaller? vio que por el suelo habÃa dispersos billetes y billetes de ciendólares, y, lo peor, en medio de todo habÃa una mancha difusa de color carmesÃ.Fue entonces cuando Muriel cogió aliento y tuvo la fuerza suficientepara telefonear a Perry Mason. Mason, Della Street y Paul Drake se enfrentan a un rompecabezas en el quesu eterno antagonista de la acusación, el fiscal del distrito Hamilton Burger,parece tener la pieza acusatoria y definitiva, la prueba que falta para declarar culpable a la clientade Perry Mason. Una historia de identidades equivocadas, y unaserie de datos o circunstancias que guardan celosamente tanto la acusación comola defensa. La clave parece estar en usar esos datos y hechos en el momento oportunopara conseguir que el juicio termine con un veredicto a su favor. Aunquela respuesta a este rompecabezas parezca fácil,no hay que dejarse engañar. Hay que fijarse en los detalles, las maquinacionesy las bromas de Perry Mason en la sala de audiencias.