La mujer siempre habÃa sida un elemento inquietante para Arno Ritter, el «Gladiador Germano», como le decÃan en las Fuerzas Astronáuticas. Una mujer habÃa sido la causante de que Arno se alistara voluntario a las fuerzas expedicionarias de Plutón, aquel planeta metálico en los confines del Sistema. Allà cambió radicalmente la vida de Arno. Y conservó el cerebro intacto por puro milagro, puesto que su cuerpo lo habÃan compuesto los médicos en varias ocasiones. Tanto es asà que, a excepción de su «siquis», todos sus miembros habÃan sido injertados: sus piernas, sus brazos, su estómago, incluso su órgano cardÃaco habÃa sido sustituido por otro nuevo. Una granada radioactiva le contaminó piernas y brazos. Trasladado a un hospital se le pusieron nuevos miembros. Regresó al área de la guerra. Ahora fue un cascote de acero el que reventó su coraza protectora y le hendió el pecho. Una astronave hospital le acogió y nuevos médicos le cambiaron medio pecho junto con la vÃscera cardÃaca.