Ranzy Schank no soñaba siquiera que aquel dÃa pudiera ser el principio de la aventura más fantástica que podÃa sucederle a un hombre, como tampoco podÃa imaginar que el hombre fuera él, dado a una vida bastante muelle, bastante alegre, bastante disipada y otros bastantes, ya que Ranzy Schank, nacido en la Federación Alemana de la Unión Universal, no era tipo capaz de ser mediocre en nada. Ingeniero, de treinta años, culto y lleno el cerebro de fórmulas cientÃficas, olvidaba con demasiada frecuencia las preocupaciones de su profesión para penetrar, sonriente, en brazos del primer amor pasajero que se cruzara en su camino. Cuando esto no ocurrÃa, y era rarÃsimo, dado el aspecto fÃsico del joven, capaz de hacer palidecer de envidia al mismo Apolo, recurrÃa al ardid de conquistarlas «de palabra», en lo que era un redomado artista... ¡Ranzy Schank no carecÃa de amores, y vivÃa para ellos! Pero no por eso dejaba de ser un talento electrónico y su trabajo era muy apreciado en el «Deutsche Wissenschaft Amt», o como decÃan otros, simplemente D. W. A., que venÃa a ser como el centro de las más altas investigaciones cientÃficas del viejo mundo. Allà recibÃa Ranzy Schank el visado del trabajo ?obligatorio hasta cinco horas diarias?, solamente por cooperar en uno de los más detonantes descubrimientos que los hombres de aquel año Galáctico de 2536 habÃan podido aportar a la historia de la civilización humana.