Vio que las puertas eran todas metálicas, y parecÃan sólidamente empotradas en las paredes. La sensación de estar en un avión o un submarino se acentuaba, al ver aquello. ¿Por qué su padre habÃa construido una cosa tan moderna, tan funcional, y al mismo tiempo tan extraña? ¿Qué habÃa pensado, al hacer aquello?No quiso averiguarlo.Era mejor salir de allÃ.En cierto modo, ya no podÃa más.Fue a dirigirse de nuevo hacia la boca del ascensor para llamarlo.Y entonces vio que alguien abrÃa, desde dentro, una de aquellas puertas metálicas.Fue una cosa muy fugaz.La muchacha apenas pudo ver el interior.Pero se dio cuenta de que era una sala espaciosa, bien amueblada, donde imperaba una luz blanca.Dentro de aquella sala habÃa una persona sentada en una butaca.Y allà fue donde Lorena Benson sintió hasta su médula el frÃo de la muerte.Allà fue donde sus ojos se desencajaron.Donde la lengua se le pegó angustiosamente al paladar.Porque la persona que estaba sentada en aquella habitación, esperando, era? ¡era Estephanie Seymour!? ¡Era la muerta!