Don Estanislao se impacientó. LeÃa la Prensa de la mañana a toda prisa. Casi nunca le daba tiempo de leerla durante la mañana, salvo que lo hiciese en casa antes de salir, y eso suponiendo que se lo permitiera su hermana.
?Debes poner orden, Estanis. Te lo advierto porque lo considero mi deber. Yo no puedo hacer nada. No me hace caso. A este paso no sé a dónde va a parar tu hija. Don Estanislao Villegas tenÃa demasiado trabajo. MuchÃsimo. No podÃa pensar en las extravagancias de su hija, suponiendo, naturalmente, que lo fueran. Que si Mariqui tal, que si Mariqui cual. ¡Oh, no, no podÃa soportarlo! Mariqui era una chica inteligente. Dijo que deseaba estudiar arquitectura. Pues a ello: ¿Qué habÃa de malo en que una chica deseara ser arquitecto, vistiera pantalones y jerseys negros, llevara el cabello largo y muy liso y bailara el madison?