Era la fecha de mediados del pasado siglo, aquella fecha luctuosa para los mejicanos y para los hispano-californianos establecidos en la Alta California desde San Diego para arriba. La derrota de Méjico por el TÃo Sam, que finalizó con el humillante tratado de Guadalupe Hidalgo, habÃa puesto en manos de los americanos cientos de millas de terreno feraz y valiosÃsimo, en los que estaban incluidos Nuevo Méjico, Texas y más de la mitad de California. A muchos de los habitantes del sur de este último Estado les habÃa sorprendido el tratado de paz y el cambio de nacionalidad, poco menos que en un sopor dulce y lánguido del que iban a despertar muy agriamente.