La reiniciación de los cursos pareció el despertar de un breve sueño de descanso, para proseguir una fiesta.
Ufanos, sonrientes, alegres, volvimos a vernos en el gran patio, de la planta baja de la Escuela, con una enorme reserva de energías e incontenibles bríos, preparados para volcarlos en cualquier momento y por cualquier razón.
La diferencia con respecto al mismo momento del año anterior apreciábase fácilmente.
Los atemorizados, los que miraban con preocupación y recelo, eran los que iniciaban la carrera.