El paraíso perdido

Libro VIII

EL ARGUMENTO

Adán pregunta acerca de los movimientos celestiales, se le responde ambiguamente y se le exhorta a inquirir cosas más dignas de conocerse. Adán asiente y, todavía deseoso de retener a Rafael, le cuenta lo que recuerda desde su propia creación, su emplazamiento en el Paraíso, su conversación con Dios acerca de la soledad y la adecuada compañía, su primer encuentro y sus nupcias con Eva. Su coloquio seguidamente con el Ángel, que, tras repetir sus advertencias, parte de allí.

El Ángel concluyó y voz tan deliciosa

A Adán dejó en los oídos, que por un rato

Lo creyó hablando todavía, y presto estaba aún a oírle;

Luego, cual recién despierto, respondió reconocido:

«Qué agradecimiento bastaría, qué compensación

Podría yo ofrecerte, divinal historiador,

Que con largueza tanta has aplacado

Esta sed que tuve de saber, dignándote,

Condescendiente y amistoso, a relatar

Noticias insondables para mí, y que oigo así

Sobrecogido, mas con gozo y, como es debido,

Admirándome la gloria del altísimo

Creador; persiste alguna duda, sin embargo,

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