La Divina Comedia

CANTO XXX

Cuando Juno por causa de Semele

odio tenia a la estirpe tebana,

como lo demostró en tantos momentos,

Atamante volvióse tan demente,

que, viendo a su mujer con los dos hijos

que en cada mano a uno conducía,

gritó: «¡Tendamos redes, y atrapemos

a la leona al pasar y a los leoncitos!»;

y luego con sus garras despiadadas.

agarró al que Learco se llamaba,

le volteó y le dio contra una piedra;

y ella se ahogó cargada con el otro.

Y cuando la fortuna echó por tierra

la soberbia de Troya tan altiva,

tal que el rey junto al reino fue abatido,

Hécuba triste, mísera y cautiva,

luego de ver a Polixena muerta,

y a Polidoro allí, junto a la orilla

del mar, pudo advertir con tanta pena,

desgarrada ladró tal como un perro;

tanto el dolor su mente trastornaba.

Mas ni de Tebas furias ni troyanas

se vieron nunca en nadie tan crueles,

ni a las bestias hiriendo, ni a los hombres,

cuanto en dos almas pálidas, desnudas,

que mordiendo corrían, vi, del modo

que el cerdo cuando deja la pocilga.

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