La Divina Comedia

Del mal de Francia son el padre y suegro:

saben su villa sucia y enviciada;

de esto viene el dolor que les lancea.

Aquel tan corpulento que acompasa

su canto con aquel tan narigudo,

de toda las virtudes ciñó cuerda;

y si rey después de él hubiera sido

el jovencito sentado detrás,

iría la virtud de vaso en vaso.

No es lo mismo los otros herederos;

tienen el trono Jaime y Federico;

mas el lote mejor ninguno tiene.

Raras veces renace por las ramas

la probidad humana; y esto quiere

quien la otorga, para que la pidamos.

También esto concierne al narigudo

y no menos que a Pedro, con quien canta,

de quien Pulla y Provenza se lamentan.

Tan inferior la planta es a su grano,

cuanto, más que Beatriz y Margarita,

Constanza del marido se envanece.

Mirad al rey de la vida sencilla

sentado aparte, Enrique de Inglaterra:

el vástago mejor tiene en sus ramas.

Aquel que está más bajo echado en tierra,

mirando arriba, es Guillermo el marqués,

por quien a Alejandría y sus batallas

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