esa es la luz eterna de Sigiero
que, enseñando en el barrio de la Paja,
silogismo verdades envidiadas.»
En fin, lo mismo que un reloj que llama
cuando la esposa del Señor despierta
a que cante maitines a su amado,
que una pieza a la otra empuja y urge,
tintineando con tan dulces notas,
que el alma bien dispuesta de amor llenan;
así vi yo la rueda gloriosa
moverse, voz a voz dando respuesta
tan suave y templada, que tan sólo
se escucha donde el gozo se eterniza.